El 24 de mayo de 1999 se publicó el último disco de Pavement. La crítica que publicó Rockdelux sobre Terror Twilight —que así se titulaba el álbum— comenzaba fuerte: «Apunte teórico del mes: el indie-rock ha muerto. Y Pavement le montan un funeral por todo lo alto para recordarle con sorna que el féretro es el lugar que siempre le ha correspondido. Sí, velo de encaje, ataúd de roble y plañideras, pero así te pudras bajo tierra, estúpido pecado de juventud». La crítica, que firmaba Xavier Cervantes, continuaba con la misma ironía del principio y, en las líneas siguientes, acusaba a Pavement de «copiar» a los grandes grupos de los 60 y de haber contratado al productor de moda para conseguir una riqueza instrumental «que case con la estupenda voz de Malkmus». La crítica también terminaba fuerte: «En fin, todo este tiempo pensando que la vida consiste en buscarse a sí mismo, y resulta que solo se trata de vestirse como el abuelo. El indie-rock ha muerto y Pavement son unos tramposos. ¿Disco del año? Por favor…».
Veinticinco años después de la publicación de ese disco se ha estrenado un documental sobre la trayectoria de Pavement en el que, vaya, no se menciona ni una sola vez a Xavier Cervantes ni a Rockdelux. Supongo que esta injusticia se subsanará en próximas reediciones. (¿Vestirse como el abuelo? ¿Cómo?).
Teniendo en cuenta la trayectoria del grupo, parece obvio que un documental sobre Pavement no podía ser convencional de ninguna manera. Y eso es lo que el director Alex Ross Perry tuvo claro desde el principio. Pavements, la película, es un inclasificable hibrído con material de archivo, fragmentos de una gran —y ficticia— producción de Hollywood sobre la banda, una exposición —en gran parte ficticia— sobre Pavement en el museo de arte en el que a principios de los 90 dos de sus miembros trabajaron como guardias de seguridad y, por último, imágenes sobre los ensayos y los conciertos de la gira de 2022. Todo ello mezclado con el desparpajo de los collages que servían como cubiertas de sus discos. Ya sabéis, diseño amateur y belleza de trazo grueso, pero belleza al fin y al cabo.
Después de verlo, me he preguntado cómo verán esta película las personas que no conozcan a Pavement o que hayan escuchado sus discos mucho después de que fueran editados. Para los que seguimos la trayectoria de la banda en los 90, la película refleja la historia de un grupo de perdedores, de «tramposos» por usar el adjetivo del Rockdelux, que cambiaron nuestra vida con sus tarareables melodías y sus disonancias y sus distorsiones y sus bromas y su falta de pretensión, pero, ¿qué le puede decir a alguien de ahora un estribillo como Bring on the Major Leagues / Bring on the Major Leagues / Bring on the Major Leagues / Bring on the Major Leagues? El caso es que recuerdo perfectamente dónde y con quién estaba cuando escuché por primera vez cada uno de sus discos. Y las veces que bailé y salté escuchando sus canciones en el Berlín o en el Sonidos o en el festival de Reading en el 94. Todas tenían sentido entonces y siguen teniéndolo ahora. A shady lane, everybody wants one / A shady lane, everybody needs one.
Los discos de Pavement son rugosos, con un sonido siempre al borde de lo imposible y unas canciones distorsionadas y de estructura cubista, pero de una belleza desconcertante. Las melodías contagiosas son el ingrediente secreto de la mezcla y este detalle nos muestra que, más allá de las apariencias art-rock, son discos llenos de inocencia. Un conjunto de canciones creadas con la libertad del que no sabe nada y busca a ciegas. Un conjunto de canciones para cantar a gritos en un tumulto, entre risas y sudor.
Su primer disco apareció justo en el momento de la explosión de Nirvana y ese éxito descomunal salpicó a todas las bandas de indie-rock. Algunas de estas bandas se marcharon como Nirvana a compañías multinacionales, con suerte dispar. Otras, sin embargo, permanecieron en discográficas independientes. Todo esto era muy importante en aquella época, aunque ahora resulte incomprensible. En los 90, una banda podía perder gran parte de sus seguidores si fichaba por una multinacional. Tal vez por eso Pavement permaneció en la independencia —tal vez fue por cualquier otra razón—, aunque nunca podremos saber si alguna multinacional compró la discográfica que publicaba sus discos para poder sacar beneficios económicos del éxito de Pavement. De cualquier manera, gracias a aquella decisión que, a buen seguro, perjudicó sus cuentas bancarias, ahora los podemos ver en el documental con esa alegría de los que tomaron la decisión correcta.
Otro de los grandes aciertos de la banda, es que, vista desde ahora, la trayectoria de Pavement fue gloriosa, pero muy corta. Cinco discos en siete años de carrera. Ninguno de sus discos baja del 9. Una maquinaria perfecta de melodía y ruido. Una inexplicable combinación de disonancias y armonía. Si a eso le sumamos el sentido del humor, tenemos una combinación imbatible y, claro, inimitable. Ningún grupo ha sido capaz de sonar ni siquiera parecido a Pavement. Ni siquiera a su último disco. Ese disco que, comparado con el resto de su obra, ocupa un lugar secundario, pero que cualquier banda mataría por tener en su catálogo. ¿Qué pensará Rockdelux de este disco veinticinco años después? ¿Qué pensará de vestirse como el abuelo ahora que todos somos el abuelo?
En fin, lo indudable es que el documental de Alex Ross Perry está a la altura de la leyenda. Hay buenas canciones, mucho humor y esa mezcla entre realidad y ficción tan propias del posmodernismo en el que vivimos. Descubrir entre los extras de la película a leyendas como el «abuelo» Thurston Moore sirve para llevar otra sonrisa más a nuestras caras y, bueno, para saber que todo aquello no fue en vano.
Sí, Xabier Cervantes, venga, tenías razón, el indie-rock, aquel pecado de juventud, murió joven, pero, eso sí, nos dejó un bonito cadáver. Aunque supongo que sabes que, en su primer disco, Pavement ya lo anticipó: I was dressed for success / But success it never comes / And I’m the only one who laughs / At your jokes when they are so bad / And your jokes are always bad / But they’re not as bad as this.
Gracias, Pavement.


Deja un comentario