¿En qué estás pensando? ¿En una carroza que llega en un barco? ¿En la casa familiar majestuosa y decadente bañada por el Mediterráneo? ¿En que te llamas Parthenope y nunca te avergüenzas? ¿En el olor de los amores muertos? ¿En la vida vacía de tus padres rentistas? ¿En el deseo de los hombres que creen que se puede comprar todo con dinero? ¿En ese John Cheever alcoholizado y triste que añora la belleza inocente de la juventud? ¿En que en esta ciudad se vive y se muere por motivos banales? ¿En el amor de Raimondo y en la mirada sin mancha de Sandri?
¿En qué estás pensando? ¿En el deseo de ser actriz? ¿En el deseo de ser otra? ¿En que la interpretación te salvará de esta ciudad vacía, anclada en tradiciones que, si alguna vez tuvieron un sentido, ya no lo tienen? ¿En las mujeres que descuelgan farolillos azules en edificios a punto de derrumbarse? ¿En la sonrisa sin dientes de los niños pobres? ¿En el olor del mar en las fiestas interminables de la adolescencia? ¿En que los amores de juventud no sirven para nada? ¿En la sensación estúpida de sentirse eterno? ¿En la certeza de que nada es real cuando uno va creciendo?
¿En qué estás pensando? ¿En que Raimondo confundía lo irrelevante con lo importante, como todos en esta ciudad, en este mundo, excepto tú? ¿En el profesor de Antropología que no muestra su herida en público? ¿En la piedad que te provocan los ojos de una embarazada? ¿En el abismo del conocimiento? ¿En la certeza de que nunca aprehenderás ni un poquito el mundo inexplicable que te rodea? ¿En las historias de amor que tu padre ve en la pantalla de un pequeño televisor? ¿En el tiempo que se escapa entre las manos y te lleva de un lugar a otro mientras tu cuerpo se derrumba? ¿En el paseo largo y triste de John Cheever? ¿En que, cuando éramos jóvenes, el futuro era más grande que tú y yo?
¿En qué estás pensando? ¿En un bikini azul que se seca atado a una silla de madera? ¿En una barandilla que te separa siempre del mar? ¿En el amor que te entregó el hijo de la criada que ahora se marcha porque en la ciudad solo queda el sentimiento de culpa? ¿En que la verdad es indescriptible? ¿En que los amores de juventud nos proporcionan la ilusión y la esperanza necesarias para seguir vivos?
Ahora sabes que la antropología es ver y tú lo llevas haciendo toda la vida. Aunque ver sea muy difícil, porque es lo último que se aprende. Se empieza a ver cuando te empieza a faltar todo lo demás: el amor, la juventud, el deseo, la emoción, el placer y la remota posibilidad de reír una vez más porque un hombre se tropieza y cae en una calle del centro.
—El amor para tratar de sobrevivir fue un error —Parthenope nos mira y sonríe con una sonrisa limpia— o tal vez no.
Parthenope es una película de Paolo Sorrentino.


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