El accidente

,

El accidente de Blanca Lacasa es una novela ambiciosa, a pesar de que al tenerla en las manos nos sorprenda su pequeño tamaño y sus pocas páginas. No obstante, aunque es una novela breve en extensión, tiene una más que notable densidad formal y temática. Su ambición no reside en la acumulación de páginas, sino en la precisión con que articula forma y fondo. 

El accidente cuenta una historia de adulterio. Aunque tal vez sería más preciso decir que trata sobre el enamoramiento de dos personas que tienen pareja. La elección de un tema tan recurrente sitúa a la autora en diálogo con una extensa tradición literaria y cultural. Desde la novela sentimental del siglo XV hasta las películas de sobremesa, el enamoramiento/adulterio ha sido representado con profusión, a menudo recurriendo a tópicos que, a estas alturas, no solo nos provocan pereza, sino que, en algunos casos, también nos ayudan a imaginar nuevas formas de tortura. Blanca Lacasa, sin embargo, logra sortear la convención, porque, aunque se acerca a los límites del cliché en algunas ocasiones, mantiene su relato bien lejos de estos elementos narrativos tan desgastados por el uso.

El accidente es, por lo tanto, una novela realista que reflexiona sobre cómo, cuando tenemos pareja, nos enamoramos de otras personas. Frente al modelo clásico de la relación amorosa adúltera —cuyo enamoramiento suponía un riesgo para el equilibrio vital de los protagonistas, pues se jugaban su casa, su familia y, a veces, su trabajo—, El accidente describe un romance menos arriesgado, pues los amantes se relacionan eminentemente a través del teléfono móvil. 

En este punto, la novela plantea una reflexión metalingüística muy interesante, porque la comunicación escrita, despojada de elementos paralingüísticos, requiere precisión y, a la vez, permite la ambigüedad. Con esta protección, se configura un espacio en el que los amantes se exponen muy poco y apenas ponen en riesgo nada. 

Tal vez por eso, los personajes ni siquiera tienen nombre, ya que uno de los rasgos más significativos de El accidente es la reducción al mínimo de la caracterización de los protagonistas. Los dos personajes de la historia carecen de nombre, ocupación o contexto social definido. Este procedimiento que recuerda, en cierto modo, a la novela existencialista, convierte El accidente en una historia que escapa de lo biográfico para adquirir rasgos universales, ya que los personajes no son nadie y son, al mismo tiempo, cualquiera de nosotros.

Y, como son igual que nosotros, siempre tienen muchas cosas que hacer y, por lo tanto, los protagonistas enamorados se ven en persona unas pocas veces —hablan, se abrazan y besan—, pero, sin embargo, mantienen largas conversaciones a través del teléfono móvil. En esas conversaciones, crean identidades impolutas, atractivas y exentas de riesgo, pues juegan con balas de fogueo. Como la lengua escrita es artificial y está planificada, los interlocutores utilizan expresiones ambiguas, cuando lo creen necesario, y, en otras ocasiones, se pueden atrever, con la protección que te da la distancia fría del teléfono, a escribir confesiones apasionadas aparentemente sinceras que en una conversación física no se atreverían a pronunciar: «la distancia nos da una razón para estar juntos», «cada día cerca de ti es un regalo» o lindezas por el estilo. 

En el mundo «antiguo» de hace veinte años, las personas que se enamoraban, no tenían más remedio que compartir espacios físicos. Estas relaciones adúlteras solían ser sexuales y, en ocasiones, podían estar acompañadas de relatos más o menos edulcorados de la vida de los amantes, pero, para qué engañarnos, no había mucho tiempo para la cháchara. En El accidente vemos que, en la sociedad hiperconectada de las redes sociales, los amantes apenas comparten espacios físicos, con la consiguiente dificultad para mantener relaciones sexuales, pero, sin embargo, entablan, durante meses, conversaciones interminables a cualquier hora del día que parecen ser lo mismo que la consumación del deseo que los une.

En suma, Blanca Lacasa demuestra que incluso con un tema tan gastado por la tradición es posible explorar nuevas perspectivas, si se aborda con la mirada puesta en las transformaciones sociales que las nuevas tecnologías han provocado en nuestro tiempo. Un tiempo en el que este tipo de «accidentes» suele provocar heridos leves, pues la novela muestra cómo, en vez de atrevernos y disfrutar aunque pongamos en riesgo nuestro equilibrio, nos acabamos conformando con sucedáneos.

Más información de esta novela deliciosa en: libros del asteroide

Deja un comentario